¿Volverán las pruebas nucleares? Rusia responde a EE.UU.
Parece que la Guerra Fría podría revivir uno de sus capítulos más tensos.
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha pedido a su gobierno que estudie la posibilidad de reanudar las pruebas con armas nucleares.
Esto no significa que vayan a explotar una bomba mañana, en cualquier lugar, pero es un paso importante en los preparativos.
La razón principal de este plan es una reacción a los comentarios del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien la semana pasada anunció en sus redes sociales que había ordenado a su Departamento de Guerra comenzar las pruebas de armas nucleares estadounidenses.
¿Dónde y cómo se harían estas pruebas?
Si Rusia finalmente da el paso, todo apunta a que el escenario sería el archipiélago de Nueva Zembla, que pertenece a Rusia, un remoto lugar en el Ártico que ya fue el centro de pruebas nucleares en la época de la Unión Soviética.
Las autoridades rusas han asegurado que este sitio se mantiene listo para ser usado en cualquier momento.
Los expertos señalan que es probable que Rusia no comience con una gran explosión directamente.
Lo más posible es que empiece con pruebas "subcríticas" o "de rendimiento cero", que son experimentos que no provocan una explosión nuclear en cadena, pero que sirven para probar los materiales y componentes de las armas.
Solo si la situación se escalara más, se podrían realizar pruebas subterráneas con explosiones de bajo poder, para validar el funcionamiento de nuevas ojivas.
El costo para el planeta
Una explosión nuclear, incluso una contenida bajo tierra, libera materiales radiactivos que pueden filtrarse al suelo y a las aguas subterráneas, con un impacto ambiental duradero en el ecosistema local.
Durante la Guerra Fría, las pruebas atmosféricas (en la superficie) esparcieron radiación por todo el planeta, con consecuencias para la salud y el medio ambiente que, en algunos casos, persisten hoy en día.
Más allá de las tensiones políticas entre potencias, es importante recordar lo que realmente son las armas de destrucción masiva.
No son solo símbolos de poder en un tablero geopolítico; son instrumentos diseñados para causar una devastación a una escala inimaginable.
Su uso significa la aniquilación indiscriminada de vidas humanas, ciudades enteras y la naturaleza, dejando un legado de enfermedad y destrucción que perdura por generaciones.
En un mundo que ya enfrenta desafíos globales como el cambio climático, destinar recursos a reinventar estas herramientas de destrucción nos hace preguntarnos: ¿no sería esa inteligencia y cooperación mejor utilizada para construir un futuro más seguro y sostenible para todos?
Rusia está preparando el terreno para poder realizar pruebas nucleares, pero lo plantea como una respuesta condicional a lo que haga Estados Unidos.
El mundo observa con preocupación, ya que un primer paso de cualquiera de las potencias podría romper una moratoria que ha mantenido la estabilidad durante décadas y desatar una nueva y peligrosa carrera armamentística.