
Tensar la flecha en el mes de las juventudes: Política & Fútbol
En el mes de las juventudes, pienso en dos casos: el de Ana Karen Sotelo y el de Rodrigo Parra; dos jóvenes que, desde la máxima tribuna de su incidencia, han tomado la ballesta y han cambiado el juego en el Congreso de la ciudad de México y en la tribuna del Olímpico Universitario.
"Guillermo Tell, tu hijo creció
Quiere tirar la flecha.
Le toca a él probar su valor
Usando tu ballesta"
Carlos Varela
Cuenta la leyenda que Guillermo Tell, el mejor arquero de su tiempo, no quiso que su hijo le apuntara con la ballesta. No por falta de confianza, decía, sino por miedo a que la flecha fallara. El problema es que, si nunca dejas que el joven dispare, nunca sabrás si acertará. Así pasa con las generaciones: en algún momento hay que entregar el arco, permitir que ellos apunten, fallen, acierten, y sobre todo, aprendan de sus propios tiros.
Ayer, una joven de 23 años tomó el arco. Ana Karen Sotelo subió a la Máxima Tribuna de la Ciudad de México y le reclamó a los diputados su indiferencia. No fue un discurso de filigrana retórica, sino de vísceras y temple. Señaló el abandono y la falta de respeto de legisladores que preferían conversar entre ellos. Muchos se incomodaron. Bien. Ese es el primer efecto de una flecha que va directa.
En la cancha, otro joven debutaba en su máximo circuito. Rodrigo Parra, portero de Pumas, cometió varios errores que costaron goles y puntos. La tribuna fue implacable, pero el futbol también enseña que la experiencia no siempre evita las pifias. El mejor portero de la historia de la CONCACAF, Keylor Navas, veterano de 38 años, se hizo expulsar al partido siguiente. Los errores no son exclusivos de las juventudes, aunque a los jóvenes se les cobre más caro.
Rodrigo Parra y Ana Karen ya soltaron su primer disparo. Habrá quien se fije solo en dónde cayó la flecha, pero lo importante es que tuvieron el valor de tensar la cuerda. Agosto es el mes de las juventudes; de probar la puntería sin pedir permiso.
Las sucias prácticas de la política deben morir con los viejos dinosaurios. Lo nuevo, debe nacer con una ética irrenunciable. La mejor forma de hablar de un relevo generacional, es pasando la estafeta.