Ni porno ni venganza: la resistencia feminista detrás de Llamarse Olimpia, el documental

El pasado domingo 26 de octubre, el Parque España se vistió de morado y dignidad durante la presentación del documental Llamarse Olimpia, dirigido por Indira Cato con Producciones Churumbela. Mujeres de distintas generaciones se reunieron para ver una historia que no sólo pertenece a Olimpia Coral Melo, sino a todas las que han enfrentado la violencia digital y han decidido transformar el dolor y la vergüenza en resistencia. “Ni porno ni venganza, la Ley Olimpia avanza” se escucha como consigna previa a la proyección: una frase que resume la esencia de esta lucha.

Victoria Legaria 27-10-2025 / 12:37:05

Desde el primer minuto, es visible que se trata de un documental por y para mujeres, muy lejos de la mirada patriarcal: no hay cuerpos sexualizados ni victimización. Es una narrativa construida completamente desde una visión feminista, que muestra la dignidad como punto de partida. Olimpia lo dijo con claridad: “Esta historia no está contada desde el morbo, sino desde la dignidad.”


Uno de los momentos más potentes de la noche fue la participación de Prania Esponda, joven rapera tlaxcalteca y protagonista del documental. Quien fue víctima de violencia digital, esa experiencia, cuenta, la marcó profundamente. Durante un tiempo dejó de hacer música, e incluso su hermano —con quien solía rapear— se distanció al decirle que ya no podían presentarse juntos porque había sido “quemada”.


Pero Prania regresó al micrófono desde otro lugar: desde la dignidad, la sororidad y la conciencia feminista. En el documental y en la presentación, su canción “Mi amor no es tu culpa” no solo acompaña la historia de Olimpia: la expande. A través de versos que confrontan la doble moral y la violencia patriarcal, Prania renuncia públicamente a la vergüenza que alguna vez intentaron imponerle, con su música, dignifica a las sobrevivientes de violencia digital:


“Se les hizo grande compartiendo mi pack, pero bien chiquita cuando los denuncié, que se callen ellos y que se escondan porque a la vergüenza de mi cuerpo renuncié”


“Se les hizo grande compartiendo mi pack, pero bien chiquita cuando los denuncié, que se escondan ellos, los agresores, porque a la vergüenza de mi cuerpo renuncié”


Su rap se vuelve manifiesto: el orgullo del cuerpo, la potencia de la voz, la denuncia de un sistema que calla ante la violencia pero se escandaliza ante la libertad.


Su presencia y su canto recordaron que hay muchos tipos de justicia y que la reparación puede venir del arte, de la palabra, del cuerpo que vuelve a ocupar su lugar en el mundo.


Llamarse Olimpia deja claro que la violencia digital no es menor: es una violencia feminicida, pues detrás de cada imagen difundida sin consentimiento hay una mujer encerrada en su cuarto, llorando con vergüenza y miedo y, muchas veces, lamentablemente llega el suicidio, como resultado del sistema machista patriarcal y del algoritmo misognino.


Llamarse Olimpia denuncia esa impunidad y, al mismo tiempo, celebra la lucha que logró nombrarla y convertirla en ley, hoy vigente a nivel nacional y pronto en toda América Latina.


Olimpia lo resume con una frase que resuena en todo el Parque: “Mi justicia está en las que vienen.” Esa es la herencia del feminismo: una justicia que se teje en colectivo, que no espera al Estado y que transforma el dolor en dignidad y resistencia.


La película, que ahora busca su lugar en el “ÓscarA” —como lo llama Olimpia Coral—, es mucho más que una nominación: es una declaración de amor y de resistencia política, es la llegada de la lucha al cine y a esos espacios donde por tantos años las mujeres hemos sido relegadas. Porque Llamarse Olimpia no es sólo un documental: es la historia de cómo el miedo cambió de bando.



 







Victoria Legaria
Diseñadora gráfica especialista en derechos humanos y enfoque de género