Mónica Maristain y la autopsia del periodismo

Mónica Maristain ha fallecido a los 67 años, dos semanas después de presentar en la FIL de Guadalajara su libro Leeré hasta mi muerte, una antología donde reflexiona sobre la lectura como supervivencia a través de diálogos con voces como Daniel Sada o Reinaldo Arenas.

Roberto Buenfil 23-12-2025 / 13:42:05

La conocí por su famosa entrevista en Playboy a Roberto Bolaño, el brillante infrarrealista a quien desmitificó ferozmente, recordándonos que la mejor prosa también viene de humanos con miedos y obsesiones. Una tarde tras presentar El suicidio como una de las bellas artes, Mónica me recibió como a un amigo.


Hablábamos de Sylvia Plath o de su nacionalidad anfibia como una de sus grandes herramientas como reportera y me decía que sus libros eran para que la gente como tú no se olvide de lo importante.


Es necesario señalar que hacia su final padeció una precaria situación económica. A pesar de que los políticos culturales le daban trato de "maestra" y le respetaban ciertos espacios editoriales, nunca recibió un apoyo real para Maremoto, proyecto que fundó como un alegato contra los grandes medios que decidieron que el periodismo cultural profundo no era negocio.


El sitio sobrevivía por la necedad de Mónica y el apoyo hormiga de sus lectores en Patreon, no por la pauta de quienes ahora le envían coronas de flores. Cuando me dijo que la gente como tú no se olvide de lo importante, acaso se refería a que le fallamos en sostener una estructura que le permitiera existir sin angustias.


Su última aparición pública, aunque visiblemente frágil, fue una declaración de principios frente a un sistema que denigra a los reporteros. Mónica encarnó la crisis y la resistencia del oficio. En un país donde matan a algunos periodistas a balazos y a otros de indiferencia; ella se negó a ambas muertes. Su insistencia feroz en que hay que pagar por el periodismo era una acusación directa a un gremio acostumbrado a la gratuidad a costa de la dignidad del que escribe.


Su partida deja esa factura pendiente.


Descansa en paz, querida amiga