Micrófono y poder: lo que revela el caso Kimmel sobre el discurso, presión y política

María Fernanda Alarcón 01-10-2025 / 19:34:52

El 23 de septiembre de 2025, Jimmy Kimmel volvió a su escritorio después de seis noches fuera del aire. La cámara abrió sin fanfarria. “Quiero agradecer a quienes no apoyan mi programa ni lo que pienso, pero sí mi derecho a decirlo”. (traducción propia del original). Fue un regreso y, a la vez, una radiografía del sistema: quién puede hablar, quién decide qué se emite y cuánto pesa la política sobre la programación.


El contexto es preciso: ABC pausó Jimmy Kimmel Live! tras el monólogo del 15 de septiembre sobre el homicidio de Charlie Kirk; algunas afiliadas —Nexstar y Sinclair— mantuvieron el programa fuera de su parrilla y accionistas pidieron a Disney explicar los criterios de la suspensión. El caso dejó una pregunta simple y áspera: ¿quiénes trazan los discursos y la agenda?

En los últimos meses múltiples artistas han expresado sus opiniones, mientras muchos otros prefieren mantenerse al margen. Pero esta última semana la filosofía pop se convirtió en una especie de termómetro político. Desde Puerto Rico con Bad Bunny, que en plena gira dejó fuera a EEUU por temor a redadas de ICE, siendo el SuperBowl la única fecha en territorio estadounidense, poniendo la política migratoria en el centro del entretenimiento. Hasta los premios Ariel 2025, en donde el ganador Raúl Briones usó el triunfo como altavoz para cuestionar y criticar discursos de odio. Distintos escenarios, el mismo fondo: la tribuna artística como espacio político.



Primera Enmienda

La Primera Enmienda de los Estados Unidos protege el discurso frente al Estado. Es decir que tanto gobiernos como funcionarios no pueden castigar, vetar o coaccionar por el contenido de lo que se dice. Pero esa garantía no obliga a empresas privadas. Cadenas y plataformas ejercen criterios editoriales propios. La línea roja aparece cuando hay señales de presión o represalia gubernamental para silenciar o desalentar un contenido; entonces, lo que parecía una decisión corporativa se vuelve un tema constitucional.


La Primera Enmienda prohíbe al Congreso —y, por extensión, a autoridades federales, estatales o locales— limitar la libertad de expresión, de prensa, de religión, de reunión pacífica y de petición. Es el armazón jurídico que la ciudadanía puede invocar cuando percibe castigos o represalias estatales por el contenido del discurso.


¿Las celebridades deben opinar?

En 1969 la cadena CBS canceló The Smothers Brothers Comedy Hour tras choques por sátira política y la guerra de Vietnam o en el 2003 que un comentario contra George W. Bush en Londres desató boicots y vetos en radio, en aquel entonces la industria cultural operó como árbitro económico del discurso.

Las celebridades nunca han sido elementos aislados de la agenda, al contrario, son jugadores de gran importancia al formar parte de la narrativa cultural, su influencia marca directrices en poblaciones específicas que en plena era digital no podemos pasar desapercibidas, ya lo decía la politóloga y profesora Jessica T. Feezell, “las celebridades rara vez deciden elecciones, pero sí deciden de qué se habla y quién se suma a la conversación”.

María Fernanda Alarcón
Editora Internacional. Factchecker, especialista en comunidades latinas y migración.