
México será sede de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe del 12 al 15 de agosto
Colectivos feministas y la comunidad en general esperan con ansias liderar un diálogo transformador: la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, promete ser el epicentro de cambio y empoderamiento femenino este agosto
La Secretaría de Relaciones Exteriores dio a conocer que, después de 50 años, México será sede de la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe. Este foro existe desde 1977 y es un órgano subsidiario de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL); su finalidad es discutir temas de género y los derechos de las mujeres en nuestra región.
La secretaria de las Mujeres del Gobierno de México, Citlalli Hernández, llamó a la comunidad internacional a hablar con una voz común y decidida, y señaló que “diversas fuerzas conservadoras antiderechos intentan revertir la lucha de décadas de muchas feministas, de muchas mujeres y hombres que han aspirado a una sociedad más igualitaria, que intentan echar para atrás avances normativos y la construcción institucional a favor de la igualdad sustantiva, de la autonomía de las mujeres y de los derechos sexuales y reproductivos”.
Esta Conferencia Regional es coordinada entre los gobiernos para implementar las propuestas o proyectos que surjan de este diálogo. La conferencia pasada se celebró en Buenos Aires, Argentina, y se centró en reconocer “el derecho a cuidar, ser cuidado y al autocuidado, y propone políticas integrales que garanticen igualdad de género. Llama a superar la división sexual del trabajo y avanzar hacia una sociedad del cuidado. Este enfoque busca transformar la recuperación social, económica y ambiental de la región”, según el documento derivado del encuentro.
Recordemos que el presidente argentino, Javier Milei, asumió en 2023 un régimen de corte conservador. Desde entonces, ha cerrado el Ministerio de la Mujer, encargado de la protección contra la violencia de género, y ha prohibido el uso del lenguaje inclusivo en las Fuerzas Armadas y en toda la administración pública nacional, entre otros retrocesos.
El Gobierno mexicano y la CEPAL firmaron un acuerdo para que la Conferencia se lleve a cabo en la Ciudad de México, del 12 al 15 de agosto de 2025. Por ello, la jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, indicó que “la Ciudad tiene un corazón feminista y puede ser un modelo a seguir en el sistema público de cuidados”.
Sin embargo, en México…
Este encuentro se realizará nuevamente en nuestra ciudad, que también fue sede de la primera Conferencia en 1977. Al respecto, el secretario ejecutivo de la CEPAL, José Manuel Salazar-Xirinachs, subrayó que “la Conferencia Regional sobre la Mujer es hoy patrimonio cultural de América Latina y el Caribe. Desde 1977, sus reuniones han generado una Agenda Regional de Género única en el mundo, que constituye una hoja de ruta progresista, acumulativa y multiactoral que guía las políticas públicas de los países”.
El tema principal de esta XVI Conferencia será: “Las transformaciones en los ámbitos político, económico, social, cultural y ambiental para impulsar la sociedad del cuidado y la igualdad de género”. En México, la mayoría de las mujeres se hacen cargo de los cuidados, la crianza y el trabajo en el hogar; sin embargo, hay 58.3 millones de personas que necesitan cuidados en el país, según el INEGI.
Es un trabajo que en muy pocos escenarios es remunerado, y por ello se necesita un sistema de cuidados donde las mujeres tengan libertad, estabilidad y reconocimiento. No obstante, esa no es una realidad en México todavía.
A nivel nacional, 31.6 millones de personas de 15 años y más brindan cuidados sin recibir remuneración, lo que representa el 32% de la población total mexicana, de acuerdo con la primera Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC), publicada en 2023. Además, nueve de cada diez personas que dejan el mercado laboral por tareas de cuidado son mujeres, quienes no cuentan con empleo ni tiempo para buscarlo.
Hemos sido testigas de cómo los movimientos feministas se entrelazan y se fortalecen a través de redes transnacionales, articulando luchas comunes en contextos diversos. Resulta paradójico que sean precisamente los Estados y organismos internacionales, históricamente reproductores de estructuras de violencia y exclusión hacia las mujeres, quienes hoy encabecen discursos de transformación. Queda por ver si estos compromisos trascienden el plano declarativo y se traducen en acciones concretas que dignifiquen verdaderamente la vida de las mujeres en toda su diversidad.