Más de 177 mil mdp le cuesta a México la crisis climática: Greenpeace
Un recibo que no deberíamos pagar. Eso es justo lo que activistas de Greenpeace evidenciaron al colocar una gigantesca lona en un edificio dañado por el huracán Otis en Acapulco.
Activistas desplegaron una lona de 24 metros de largo en el edificio La Fortaleza, que ha estado abandonado desde el paso del huracán Otis en 2023.
Este "ticket" gigante representaba la factura climática de los últimos diez años en México, que suma la astronómica cifra de 177 mil 423 millones de pesos.
¿Por qué Acapulco? La ciudad es un símbolo de los golpes constantes de los fenómenos meteorológicos extremos.
Los activistas explicaron que eligieron este lugar porque "es una de las ciudades que ha sido golpeada constante y directamente" por esta crisis.
Así le está pegando el cambio climático a México
La factura de Greenpeace no es un grito aislado. Los efectos del cambio climático en México son tangibles y graves: desde la década de 1960, el país se ha estado calentando.
Se proyecta que para finales de este siglo, el norte de México podría ser entre 3 y 4 °C más cálido.
También recordemos la crisis de agua a nivel nacional. En la CDMX se enfrenta una de las situaciones más críticas.
Años de bajas lluvias y alta temperatura están agotando las reservas, al punto de que algunos expertos advierten de la posibilidad de un "Día Cero", donde grandes zonas de la ciudad podrían quedarse sin agua.
Además, la ciudad se hunde porque se extrae más agua del subsuelo de la que se puede reponer.
El cambio climático podría hacer que entre el 40% y 70% de las tierras de cultivo de México sean inservibles para 2030.
Esto no solo significa menos comida, sino también atentan contra las familias que dependen de campo.
Incluyendo que este fenómeno puede tener consecuencias en cadena, como la migración forzada para las familias que ya no puedan subsistir.
Lo que pasa en Acapulco y México es un reflejo de un problema global con profundas desigualdades.
Un informe de la ONG Oxfam recientemente reveló que el 1% más rico de la población mundial es responsable del 41% de las emisiones ligadas a la propiedad de capital, como acciones en empresas de combustibles fósiles . Es decir, la crisis climática la alimenta, en gran medida, las inversiones de los más ricos.
No basta con auto nivelar nuestro consumo, debemos exigirle a los gobiernos, las empresas y ese 1% de hacerse responsables de las probables consecuencias del cambio climático.
Mientras tanto, los más afectados son las comunidades más pobres, que han contribuido menos al problema. Ellos enfrentan sequías, inundaciones y pérdida de sus hogares sin los recursos para adaptarse.
La protesta en Acapulco apunta directamente a esta injusticia: "esta acción es para mostrar que el costo de la crisis climática lo está pagando la gente", mientras las industrias contaminantes siguen lucrando.
La acción de Greenpeace no es casual. Ocurre a pocos días del inicio de la COP30, la conferencia climática de la ONU que se realizará en noviembre en Belém, Brasil.
En este foro, los países deben presentar compromisos más ambiciosos para reducir emisiones.
Los activistas exigen que el gobierno mexicano lleve a esta cumbre una postura fuerte que incluya: reducir emisiones de gases de efecto invernadero de manera ambiciosa, destinar más presupuesto a programas de adaptación y mitigación al cambio climático y dejar de financiar megaproyectos de combustibles fósiles y, en cambio, usar ese dinero para atender a las comunidades afectadas y restaurar los ecosistemas.
La "factura climática" es más que un pago constante de toda y todos, es un recordatorio urgente de que el tiempo para actuar se agota y de que la justicia climática significa que quienes causaron el problema deben asumir su costo.