
Feminismos en América Latina: entre avances históricos y retrocesos conservadores
Tras el 8M y al cumplirse 30 años de la histórica Declaración de Beijing, los movimientos feministas latinoamericanos enfrentan un panorama de contrastes dramáticos: mientras México celebra la llegada de su primera presidenta mujer, Argentina lucha contra el desmantelamiento sistemático de sus políticas de género. Esta polarización refleja las tensiones que vive la región, donde los avances coexisten con amenazas de retroceso en un momento crucial para los derechos de las mujeres.
La región experimenta una creciente polarización política que impacta directamente en la agenda feminista. La avanzada de gobiernos conservadores dificulta el ejercicio pleno de los derechos de mujeres y comunidad LGBTQI+ en varios países, mientras figuras como Trump, Musk, Milei, Bukele, Ortega y Maduro son identificadas como parte de una reacción misógina que persigue y desacredita a los movimientos feministas.
A pesar de este contexto adverso, los logros son evidentes en distintos rincones del continente. En Colombia, el Congreso aprobó una ley que prohíbe el matrimonio infantil. En Brasil, se aumentó a 40 años la pena máxima por feminicidio, respondiendo a la alarmante estadística de 13 mujeres asesinadas diariamente.
Panamá celebró la aprobación de la Ley Olimpia, que busca garantizar la seguridad de las mujeres en entornos digitales. Un hito jurídico histórico ocurrió cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos determinó que El Salvador violó los derechos humanos de Beatriz, siendo esta la primera vez que el tribunal emite una decisión a favor del aborto como un servicio de salud pública.
México: El simbolismo de "llegamos todas"
Las palabras de Claudia Sheinbaum durante su toma de posesión aún resuenan en los oídos de millones de mexicanas: "no llego sola, llegamos todas". Esta frase, cargada de simbolismo, marcó el inicio de lo que la presidenta denominó "tiempo de mujeres". El panorama político ciertamente ha cambiado: el número de gobernadoras en el país pasó de nueve a 13 tras las elecciones de junio de 2024, marcando un avance significativo hacia la paridad de género en la política. En ese sentido, las elecciones no sólo fueron las más grandes de la historia, también marcaron un antes y un después en la lucha por la igualdad de género en el país. Pero a cinco meses de su gobierno, es momento de preguntarnos: ¿qué significa realmente este "tiempo de mujeres" para la agenda feminista en México?
Este 8M, Sheinbaum conmemoró el Día Internacional de la Mujer junto con mujeres indígenas en una ceremonia significativa en Palacio Nacional. Durante el evento, la presidenta recibió un bastón de mando, símbolo de autoridad y responsabilidad, en un ritual dirigido por mujeres de pueblos originarios.
Acompañada por la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, las integrantes de su gabinete y la secretaria de las Mujeres, Citlalli Hernández, Sheinbaum reafirmó su compromiso con todas las mujeres del país. En su discurso, la mandataria incluyó a las víctimas de feminicidio y a las desaparecidas, haciendo un llamado contundente: "Ni un feminicidio más, ni un golpe más, ni un trato ni palabra violenta más contra las mujeres". Durante la conmemoración, también anunció 10 acciones específicas para fortalecer la agenda de género y el establecimiento de 24 nuevas efemérides relacionadas con la lucha feminista y los derechos de las mujeres.
La histórica llegada de la primera mujer a la presidencia coincide con un momento crucial para el feminismo latinoamericano. Este agosto, México será anfitrión de la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, el principal foro intergubernamental para debatir políticas de género en la región. No es casualidad que esta conferencia conmemore también el 30 aniversario de la Declaración de Beijing, ese hito que marcó un antes y un después en la agenda feminista global.
La Marea Verde avanza, pero la lucha continúa
Uno de los logros más emblemáticos de la lucha feminista ha sido la despenalización del aborto. El avance de la llamada "Marea Verde" representa quizás la transformación legal más significativa impulsada por el movimiento feminista en los últimos años. A la fecha, 21 entidades federativas han reformado sus leyes para permitir que las mujeres accedan a un aborto legal, generalmente hasta las 12 semanas de gestación.
Este avance no ha sido casual ni automático. Detrás de cada reforma hay años de activismo, litigios estratégicos, movilizaciones masivas y un trabajo de incidencia política que ha enfrentado enormes resistencias. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha jugado un papel crucial, emitiendo resoluciones que han obligado a diversas entidades a modificar sus marcos normativos para garantizar los derechos reproductivos de las mujeres.
Sin embargo, el camino sigue siendo complejo. Aún en los estados donde se ha despenalizado el aborto, las mujeres enfrentan múltiples barreras para acceder efectivamente a estos servicios: escasez de personal capacitado, objeción de conciencia sin mecanismos de referencia adecuados, estigma social, falta de información y hostigamiento de grupos antiderechos. La situación es particularmente preocupante en zonas rurales e indígenas, donde la intersección de desigualdades agrava la vulnerabilidad de las mujeres.
Además, persiste un mosaico legal desigual en el país, donde mujeres de diferentes estados enfrentan realidades jurídicas radicalmente distintas frente a sus derechos reproductivos. En las entidades donde el aborto sigue penalizado, las mujeres que deciden interrumpir sus embarazos se ven obligadas a viajar a otros estados, recurrir a métodos clandestinos o simplemente continuar con embarazos no deseados, perpetuando ciclos de pobreza y marginación.
El machismo y la violencia arraigados
El caso de la Marea Verde ilustra perfectamente la tensión entre los avances formales y las realidades cotidianas que caracterizan la lucha por los derechos de las mujeres en México. A pesar de estos y otros logros legislativos —como el reconocimiento del transfeminicidio como delito en Nayarit y CDMX, o la eliminación de la prescripción en delitos sexuales contra menores— las cifras de violencia de género siguen siendo alarmantes.
Diez mujeres son asesinadas cada día en México, y aproximadamente una cuarta parte de estos crímenes son considerados feminicidios. Las fiscalías especializadas, aunque necesarias, no han sido suficientes para combatir la impunidad ni para garantizar investigaciones con perspectiva de género que eviten la revictimización.
El análisis de Data Cívica revela un dato preocupante: México es el país latinoamericano donde más mujeres sostienen que "los hombres son mejores líderes políticos". Este arraigo de estereotipos sexistas (73% de la población mexicana mantiene creencias contra la igualdad en el ámbito de la integridad física) demuestra que el cambio cultural es tan necesario como el institucional.
Reformas prometedoras y desafíos presupuestarios
Las reformas constitucionales impulsadas por Sheinbaum —que garantizan el derecho a la igualdad sustantiva, establecen deberes reforzados de protección contra la violencia, y promueven la reducción de la brecha salarial— son pasos importantes. La creación de la Secretaría de las Mujeres y la Cartilla de Derechos también apuntan en la dirección correcta. Pero sin presupuestos adecuados, infraestructura suficiente y estrategias de implementación efectivas, estas reformas corren el riesgo de quedarse en buenas intenciones.
La deuda del Poder Judicial con las mujeres mexicanas
Un tema central en la agenda de género que cobra especial relevancia es la transformación del sistema de justicia. Citlalli Hernández, Secretaria de las Mujeres, ha sido enfática al señalar que la impunidad sigue siendo uno de los factores que más agravan las violencias contra las mujeres en México. En sus declaraciones recientes, Hernández subraya la "deuda pendiente" que el Poder Judicial mantiene con las mujeres mexicanas, donde los procesos burocráticos, la falta de perspectiva de género y la corrupción obstaculizan el acceso a la justicia para las víctimas de violencia.
La Secretaría de las Mujeres, según ha explicado Hernández, está concentrando esfuerzos no solo en transformar el sistema judicial, sino también en abonar a un cambio cultural que modifique las estructuras que normalizan la violencia. Sin embargo, este cambio enfrenta resistencias significativas, especialmente en un contexto donde la reciente reforma judicial genera incertidumbre sobre cómo afectará a los casos de violencia de género, que ya de por sí enfrentan tasas de impunidad cercanas al 95%.
La experiencia de miles de mujeres que han acudido al sistema de justicia buscando protección y reparación, solo para encontrarse con revictimización y procesos interminables, pone de manifiesto que la paridad en los espacios de representación política debe traducirse también en una transformación profunda del aparato judicial. Como ha señalado Hernández, "no basta con tener más mujeres en el poder si las estructuras que permiten la impunidad permanecen intactas".
Hacia una sociedad del cuidado
La promesa de crear un Sistema Nacional de Cuidados es quizá uno de los compromisos más transformadores de este gobierno. La ENASIC 2022 señala que más del 75% de personas cuidadoras son mujeres, dedicando casi 38 horas semanales a estas labores no remuneradas. Este desequilibrio limita su acceso a oportunidades laborales y perpetúa ciclos de desigualdad económica.
Como ha señalado la Secretaria de las Mujeres, Citlalli Hernández, es necesaria "una visión estatal planificada" que articule diversas áreas del Estado y la sociedad. Sin embargo, la construcción de una sociedad del cuidado no puede limitarse a debates institucionales; debe convertirse en una prioridad transversal con impacto en la vida cotidiana de todas las mujeres.
Del hashtag al grito desesperado: la indignación digital que no cesa
La brecha entre el discurso oficial y la experiencia cotidiana de las mujeres en México queda evidenciada en una reciente investigación digital realizada por DINAMIC. El estudio "Sin justicia. Análisis de la conversación digital sobre feminicidios en México", llevado a cabo entre noviembre de 2024 y marzo de 2025, revela un panorama desalentador: la llegada de mujeres al poder, incluida la primera presidenta, no ha representado un cambio significativo para disminuir los feminicidios según la percepción ciudadana en redes sociales.
Los datos son contundentes: el 46.32% de las conversaciones digitales analizadas denuncian corrupción, negligencia judicial y acceso inequitativo a la justicia. Un 18.30% manifiesta desconfianza total hacia las autoridades, llegando incluso a considerar la justicia por mano propia ante la inacción del Estado. Como señala el informe de DINAMIC, "las mujeres son quienes muestran mayor interés en debatir sobre las problemáticas que enfrentan en el país", representando el 52.9% de los comentarios en plataformas como Facebook, YouTube y X (antes Twitter).
Esta radiografía digital nos muestra que, más allá de los logros simbólicos y las reformas legislativas, persiste una profunda desconfianza en las instituciones. La creación de la Secretaría de las Mujeres o los avances en materia legal no se han traducido en una percepción de mayor seguridad o acceso a la justicia. Las mujeres mexicanas siguen clamando en el espacio digital por lo mismo que exigen en las calles: un sistema judicial que funcione, autoridades que respondan y el fin de la impunidad.
Balance de logros en la agenda feminista en México: mucho ganado, más por conquistar
Si hacemos un recuento de los principales avances feministas en México durante el último año, encontramos una lista significativa de conquistas: la despenalización del aborto en 21 entidades; el endurecimiento de penas contra el matrimonio infantil; la prohibición de terapias de conversión; la protección a mujeres con discapacidad contra abortos no consentidos; el reconocimiento del transfeminicidio como delito en Nayarit y CDMX; el récord de representación femenina en los Juegos Olímpicos; avances hacia el reconocimiento del derecho al cuidado como derecho humano; la eliminación de la prescripción en delitos sexuales contra menores; y el aumento del liderazgo femenino en la UNAM. Estos logros son el resultado de décadas de lucha feminista y muestran que el camino hacia la igualdad sustantiva, aunque lento y con obstáculos, avanza. Sin embargo, cada uno de estos triunfos coexiste con realidades de violencia, discriminación e impunidad que nos recuerdan que la transformación debe ser más profunda y acelerada.
Argentina: Resistencia feminista frente al desmantelamiento institucional
El caso argentino resulta particularmente emblemático de las tendencias conservadoras en la región. Bajo el gobierno de Milei, el movimiento feminista realizó su segunda movilización masiva desde que asumió el poder, en un contexto marcado por el empobrecimiento acelerado de los sectores populares y el desmantelamiento sistemático de las políticas de género.
La disolución del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y la eliminación de programas contra la violencia de género han significado un claro retroceso en materia de derechos. El feminismo argentino exigió la restitución de políticas públicas que protejan a mujeres y diversidades de la violencia machista y que garanticen el acceso a derechos conquistados tras décadas de lucha.
El mensaje del Gobierno por el 8M fue particularmente confrontativo: publicó un video que habla de "cultura woke" y aseguró que bajaron los "homicidios de mujeres" un 20%. Sin embargo, las organizaciones feministas contradicen la cifra oficial y remarcan que, lejos de haber bajado, los femicidios aumentaron.
El gobierno de Milei ha instalado un discurso de odio que legitima la violencia política y de género, persigue a referentes feministas y de derechos humanos, y ataca a las organizaciones sociales. Frente a esta situación, el feminismo argentino y el movimiento LGBTIQ+ se plantaron contra la misoginia, el racismo, la transfobia y la criminalización de la protesta, defendiendo una democracia que respete y garantice derechos para todas, todos y todes.A pesar de este panorama adverso, el movimiento transfeminista y las trabajadoras del campo popular se mantienen fuertes, con debates transversales y la decisión de volver a las calles tras el multitudinario 1F.
Hacia un feminismo incluyente y transformador
Como señala ONU Mujeres al cumplirse 30 años de la Declaración de Pekín, el momento actual está marcado por la esperanza, la resiliencia y la lucha contra los retrocesos. El feminismo latinoamericano, plural, transgeneracional y no transfóbico, enfrenta el desafío de trascender el universo femenino para proponer nuevos modelos de sociedad.
La XVI Conferencia Regional sobre la Mujer será una oportunidad única para posicionar a México como líder en la agenda de género regional. Pero más allá del evento que concluirá el 15 de agosto, es imperativo que estas discusiones se materialicen en acciones concretas durante los seis años de gobierno.
El movimiento feminista, que ha sido motor de cambios fundamentales en América Latina, tiene ahora la responsabilidad de vigilar que estos avances no queden en retórica. Porque avanzar significa no dejar a nadie atrás: ni a las madres buscadoras, ni a las mujeres trans, ni a las indígenas, ni a las trabajadoras domésticas, ni a las mujeres con discapacidad. El tiempo de las mujeres debe ser el tiempo de todas, sin excepción.