“En todas partes estás tú”: ¿Cómo se vive y baila la cumbia sonidera en Nueva York?

Un ritmo nacido en Colombia, adoptado y transformado por los mexicanos, encuentra espacio y su propia esencia en la diáspora de La Gran Ciudad con representantes de la cumbia sonidera como Sonido Superboy y Cool Marx.

Maggie Morett 21-03-2025 / 13:28:25

Empezó en el mundo de la cumbia sonidera cuando apenas era un niño. Tenía tan solo diez años de edad cuando ya estaba frente a un público. En esa época, José Roberto Pérez, no quería ser un deejay sonidero. Sin embargo, a tan corta edad, como si fuera un juguete cualquiera, él solía jugar con la consola de sonido de su tío, mezclaba música, cumbias sobre todo, y experimentaba con el audio. En la actualidad, Pérez es mejor conocido como Sonido Súper Boy en la comunidad de los sonideros de Nueva York.


Igual que una cumbia de los Ángeles Azules, Sonido Super Boy tiene 17 años. El lugar en el que celebraron su aniversario como sonidero, está localizado en Woodside, Queens. El espacio tiene una pista de baile, rodeada con bocinas de más de medio metro, en las que la música retumba; luces de colores, que giran de un punto a otro; pantallas con el logo de Sonido Super Boy; en la tarima una placa que dice “El orgullo de Cholula” y una imagen de la virgen de Guadalupe.


En el escenario están las consolas en las que se mezcla y se experimenta con el audio. Los dedos de los deejays se mueven con agilidad entre botones de colores, discos, diales de volumen y una laptop en la que está la playlist de música. La magia del sonidero consiste, sobre todo, en un micrófono con el que por medio de saludos y gritos se ambienta la atmósfera del lugar.


“Nosotros como sonideros, cada uno toca diferente. No somos solo unos deejays. Con nuestras voces, tratamos de darle un toque de música para que la gente pueda disfrutar no solo el ritmo de la música sino también el de nuestra voz. Los gritos que enviamos, tratamos de adaptarlos al ritmo de la canción”, dice Pérez.


En los últimos años la cumbia sonidera ha ganado espacio en Nueva York. Para José Pérez, esto sucedió con el sencillo Oye Mujer de Raymix, que marcó un hito en el mundo de la cumbia. “Desde el 2018 con la aparición de Ray Mix incrementó la cultura sonidera, como que otras personas que no estaban en este ambiente empezaron a mirar la cumbia sonidera”. Este género pasó de ser del nicho de las comunidades mexicanas a llegar a personas guatemaltecas, venezolanas, ecuatorianas y estadounidenses que viven en “La Gran Manzana”. Además, la popularidad ha aumentado gracias a las redes sociales, “antes teníamos 1 o 2 eventos al mes y ahora de 6 a 8 eventos por mes”, señala Pérez.


La cumbia sonidera en las nuevas generaciones


La cumbia sonidera en Nueva York no solo es un ritmo de baile, también es un legado cultural. Esta música llegó a Estados Unidos por medio de los procesos de migración. Los migrantes mexicanos que llegan al país norteamericano, también migran con estas prácticas culturales que no se esconden u olvidan, por el contrario, se adaptan a los nuevos contextos. “Las nuevas generaciones están llegando, nos ayudan mucho y tenemos que adaptarnos. Yo me he adaptado a ese entorno (…) La nueva generación quiere más intensidad en las cumbias”, recalca José Pérez.


Mark Saldaña, un bailarín mejor conocido como Cool Marx, es parte de esta nueva generación. Saldaña, de 27 años nacido en Queens y con raíces mexicanas por parte de sus padres, es pintor y profesor de cumbia sonidera. En su personalidad, destacan sus lentes de sol que utiliza todo el tiempo y que, parecido a Raymix, el artista de electrocumbia, son parte de su identidad cuando baila al ritmo sonidero.


“Yo no quiero que me vean. Sólo quiero que me vean bailar. Quiero que vean la forma en que me visto y la forma en que me comporto a través de la música”, dice Saldaña.


Hace un año comenzó a dar clases de cumbia sonidera en Queens. Aunque no tiene formación académica como profesor de baile, aprendió a bailar siendo chambelán de 15 años y en YouTube encontró nuevos giros y pasos de baile que enseñar a sus estudiantes. Sin embargo, la cumbia ha estado presente en toda la vida de Cool Marx.


Cuando Saldaña era niño solía ir con su mamá a la avenida Roosevelt, el corazón comercial de Queens, a comprar discos de cumbia en puestos ambulantes. Los CD tenían cumbias de varios rincones de latinoamérica: Perú, Colombia, Venezuela, México.


“La cumbia sonidera es parte de nuestra cultura y no quiero enseñar algo que no sea mi cultura. Crecí escuchando cumbia y bailarla es orgánico (...) Cuando enseño cumbia trato de hacerlo con ese enfoque familiar. Al final del día todos estamos tratando de aprender juntos como comunidad”, cuenta Saldaña.


El legado cultural de la cumbia


El valor cultural de los sonideros tiene relevancia en distintos ámbitos sociales y culturales, crean comunidad y promueven el cambio generacional entre los aficionados de la cumbia sonidera, sobre todo con el uso de la tecnología digital. Esto ha sido resaltado por Marco Ramírez Cornejo, productor cultural y comunitario, también dos veces Director del Centro Cultural Lagunilla-Tepito-Peralvillo, quién además recalca que “Los sonideros tienen un patrimonio que identifican, valoran, promueven y conservan, no en la medida en que lo hace un intelectual, sino en su propia medida”. También señala que las comunidades culturales no están fijadas en un territorio determinado y que cambian con el paso del tiempo.


La cumbia se origina en Colombia con una base de ritmos africanos mezclados con música regional colombiana. Se expandió a México en los años 50 por medio de discos de vinil. En el país norteamericano de habla hispana, este género encontró su propia identidad con la cumbia sonidera e instrumental. Este ritmo por mucho tiempo fue estigmatizado, sobre todo por ser representativo de la cultura de barrios pobres donde, a falta de presupuesto para rentar un salón, se cerraban las calles para tener una fiesta colectiva, según lo retrató muy bien Joyce García en su documental Yo no soy guapo (2018).


En el escenario de la cumbia de Nueva York también sucede este intercambio cultural, es común escuchar cumbias de toda Latinoamérica, pero con nuevos estilos y beats de deejays de diferentes partes de América Latina.


“Estoy muy agradecido con nuestros sonideros que son realmente esenciales en la cumbia, porque son los que mantienen vivas estas canciones (...) Tocan cumbias de la vieja escuela en los clubes, las mezclan, las hacen más lentas o un tempo de alta velocidad. Siempre están renovando”, dice Saldaña.


La cumbia, un espacio de rescate


Para Saldaña, la cumbia sonidera es más que un estilo, es el género musical que lo rescató y le salvó la vida.


Hace dos años, tras un intento de suicidio, Saldaña encontró en la cumbia un refugio. “La cumbia es la mejor cosa que me ha pasado en la vida. Me dio seguridad, una comunidad, poder, fuerza, confianza, orgullo, amor propio y motivación”, cuenta.


La música también lo hizo acordarse del tipo de persona que es. “La cumbia realmente me recordó quien era a los quince años bailando en la calle, el pintor y el artista”, añade. “Me recordó lo apasionado que soy y lo vivo que me hacen sentir las artes”.


Después de reconectar consigo mismo, se volvió más fuerte y poderoso. Ahora ve el baile y la cumbia como un propósito. “Supongo que esta es mi misión en la vida, enseñar a la gente a bailar cumbia para conectar con la gente y conservar esta cultura en mi barrio”.