
El cáncer no espera: el desabasto de medicamentos oncológicos en México pone en riesgo la vida de miles de mujeres
En México, el cáncer de mama es la principal causa de muerte oncológica en mujeres. Cada año, más de 29 mil reciben un diagnóstico y más de 7 mil pierden la vida. Aunque el tratamiento oportuno puede marcar la diferencia, miles de pacientes enfrentan hoy una barrera crítica: el desabasto de medicamentos en el sistema público de salud.
Ana Yanci Saldívar es abogada y defensora de derechos humanos. Hoy también es paciente oncológica. Como miles de mujeres en México, enfrenta el cáncer de mama y al mismo tiempo, una estructura institucional que, lejos de acompañarla, la revictimiza. El pasado 2 de junio, al acudir al Hospital General de Zona 48 del IMSS para recibir su última quimioterapia roja, fue informada que no había ciclofosfamida ni epirrubicina: los medicamentos esenciales para continuar su tratamiento. Nadie la ha vuelto a contactar desde entonces.
La historia de Ana Yanci es la de muchas mujeres que atraviesan procesos oncológicos sin garantías mínimas del Estado. “Nuestra vida está en riesgo”, denuncia. La falta de quimioterapias no es solo un problema médico: es una forma de violencia institucional y de género. El cáncer de mama es la principal causa de muerte por cáncer en mujeres mexicanas. Cada año se diagnostican más de 29,000 casos nuevos y se registran más de 7,000 muertes por esta enfermedad, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Secretaría de Salud.
Sin embargo, los tratamientos para combatirlo —que deberían ser gratuitos y oportunos en el sistema público— han comenzado a escasear. El desabasto de medicamentos oncológicos afecta con mayor severidad a las mujeres en situación de vulnerabilidad: aquellas sin seguridad social, con bajos ingresos, o que deben enfrentarse a la enfermedad mientras sostienen hogares, cuidan a otras personas y enfrentan discriminación laboral.
“Acudí a FUCAM, al Hospital de la Mujer, a la mesa de atención de la Jefa de Gobierno Clara Brugada en Plaza de la Constitución, al Centro de Salud México España… en todos lados me dijeron que no hay medicamentos. Solo me mandan de un lado a otro. Es agotador”, cuenta Ana. Entre neuropatías, insomnio, agotamiento físico, ansiedad y dolor, las pacientes deben peregrinar entre hospitales para encontrar atención médica, lo que representa una forma clara de violencia estructural y de revictimización estatal.
Además, muchas mujeres no tienen la posibilidad de pagar quimioterapias en instituciones privadas, donde el costo por sesión puede superar los 20 mil pesos. “No todas tenemos la capacidad económica para atendernos fuera del sistema público. Estamos hablando de una enfermedad crónica y agresiva. Si no hay tratamiento, la enfermedad avanza”, advierte.
La omisión del Estado no es solo un fallo logístico, es una violación a los derechos humanos, al derecho a la salud y a la vida. La Ley General de Salud y la Norma Oficial Mexicana NOM-041-SSA2-2011 obligan al Estado a garantizar el acceso a tratamiento integral y oportuno para cáncer de mama. Además, México ha firmado tratados internacionales como la CEDAW, que obligan a eliminar todas las formas de discriminación contra las mujeres, incluyendo las que se producen en los sistemas de salud.
El riesgo de muerte aumenta significativamente si se interrumpe un tratamiento oncológico. La falta de regularidad puede provocar que las células cancerígenas se hagan resistentes, que el tumor se expanda, o que el cuerpo no pueda soportar nuevas dosis. “Solicité al IMSS un documento oficial que indicara cómo el desabasto podía afectarme. Se negaron a dármelo”, relata Ana Yanci.
La discriminación también ocurre en el ámbito laboral. “No te quieren contratar si saben que tienes cáncer. Si estás contratada, te enfrentas a despidos, presión, estigmas. El sistema nos abandona”, dice. Este abandono no es casual: es el resultado de un Estado que no pone en el centro la vida y la salud de las mujeres.
En un país donde más del 40% de las personas carecen de acceso efectivo a servicios de salud, según el CONEVAL, enfrentar un diagnóstico de cáncer es una condena agravada por la desigualdad. La enfermedad se vuelve una sentencia cuando el sistema público no garantiza ni lo mínimo: medicamentos para vivir.
Mientras el Estado prioriza otros gastos, miles de mujeres esperan. Esperan una quimioterapia, una llamada, una solución. Pero sobre todo, esperan que su derecho a vivir no siga dependiendo de si hay o no medicamento en existencia.