El acoso laboral existe, aunque no lo quieran ver

En vísperas de una elección judicial inédita en México, Araceli Palacios Duque, jueza de distrito en el Segundo Tribunal Laboral Federal de Asuntos Individuales de la Ciudad de México, llama a mirar de frente una realidad incómoda: el acoso laboral y sexual sigue presente en el mundo del trabajo, con especial crudeza para las mujeres.

Paula Pissaco 28-05-2025 / 11:03:48

Con más de 22 años de trayectoria en el Poder Judicial, Araceli se ha especializado en materia laboral y ha construido su carrera desde abajo, sin influencias políticas, con un compromiso sostenido hacia la justicia con enfoque de derechos humanos. Hoy se postula como candidata a jueza de Distrito en materia de Trabajo en el Circuito 1 (CDMX), Distrito 7, que abarca Álvaro Obregón, Cuajimalpa y Magdalena Contreras, como la candidata número 07 en la boleta amarilla.


Desde su experiencia en los tribunales de Tabasco y la Ciudad de México, ha conocido múltiples rostros de la violencia estructural. “Me llegan muchas demandas por acoso, inequidad salarial, despido por embarazo. Son hechos del día a día. La violencia en el trabajo está más normalizada de lo que creemos”, afirma.


Para ella, la perspectiva de género no es un discurso, sino una herramienta para analizar los hechos con profundidad. “No es lo mismo un despido en una empresa petrolera que en una dependencia pública. No es lo mismo cuando hay una relación de poder de por medio. Por eso es tan importante mirar con lupa cada caso.”


Una realidad invisibilizada

En México, los espacios laborales siguen marcados por desigualdades de género. Las mujeres ocupan, en su mayoría, puestos de subordinación, con menores salarios y mayor exposición a entornos precarios. El acoso y hostigamiento, en este contexto, se convierten en mecanismos de control sistemático.


Esta violencia no siempre es explícita. Puede comenzar con “bromas”, comentarios sobre el cuerpo, insinuaciones disfrazadas de oportunidades, o bien formas más complejas de manipulación emocional, aislamiento o sobrecarga laboral. Las instituciones, muchas veces, reaccionan removiendo a la víctima en lugar de sancionar al agresor. “Hay protocolos, sí. Pero si no se conocen ni se aplican, son letra muerta”, advierte Araceli.


Araceli ha vivido desde dentro la transformación del sistema de justicia laboral en México. Participó en la implementación de los nuevos tribunales en Tabasco y la Ciudad de México, tras la reforma que sustituyó a las juntas de conciliación por juzgados orales.


“Fue un reto estructural y humano. En Tabasco atendí casos en contextos rurales e industriales: mujeres ingenieras enfrentando discriminación, trabajadores extranjeros sin derechos reconocidos. En la Ciudad de México, además del volumen, crece la complejidad: vemos más acoso laboral y sexual, incluso dentro de instituciones públicas.”


La cercanía con las personas involucradas en juicio permite dimensionar las desigualdades. “Ese contacto directo nos deja ver relaciones de poder, condiciones laborales desiguales, violencia estructural. Pero no basta con mirar: el reto es intervenir, proteger y reparar.”


Una justicia que actúe, no que observe

Para Araceli Palacios Duque, la transformación del Poder Judicial debe comenzar por sus prácticas cotidianas. Como jueza, ha implementado medidas desde el primer momento en que se recibe una demanda: separación física del agresor, reubicaciones, cambios de horarios o incluso multas.


“La justicia no puede esperar a la sentencia final. Si no garantizamos espacios libres de violencia desde el inicio, no tiene sentido hablar de justicia”, afirma. Reconoce que los marcos normativos existen —leyes, protocolos, convenios internacionales—, pero insiste en la urgencia de aplicarlos: “Necesitamos empatía, compromiso, y una justicia humana que vea a las personas, no solo expedientes.”


A las mujeres: “No están solas”

Consciente de la desconfianza que muchas mujeres sienten hacia el sistema judicial, Araceli no duda: “Sí, la justicia tiene una deuda histórica con nosotras. Pero también hay quienes estamos dispuestas a saldarla.”


Invita a denunciar, a informarse, a no tolerar más violencias y a ejercer un voto consciente: “No se trata solo de títulos. Averigüemos quiénes son los que quieren juzgar. Qué valores tienen. Eso se nota en cada sentencia.”

Paula Pissaco